Hoy tocó sesión de violoncello. Tocar con Elena es una maravilla. Verla tocar es también una maravilla. Llevamos tocando juntos desde hace... seis o siete años. De esas pocas personas que me conocen perfectamente y se adelantan. Compartir escenario es algo que une de alguna manera... casi cósmica. Cada vez que tocamos pienso en la suerte que tengo de poder contar con ella. Tanto fuera como dentro del escenario. Este disco es un 50% suyo. Elena está haciendo que este disco suene bien. Bonito. Mañana más.
22 de septiembre de 2011
Día 7: De cuestiones de cuerda
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